«El hombre cree en su arrogancia que es el dueño de la tierra
y no comprende lo efímero de su paso,
siempre la naturaleza ubica cada cosa en su sitio…»
INACO
Si hace tres meses me hubieran dicho que hoy iba a escribir este artículo, no lo hubiera creído, es mas, tal vez hubiera pensado que era un excelente argumento para un best seller o que Steven Allan Spielberg necesitaba un buen guión para este 2020, dada la falta de argumentos atrapantes de los últimos tiempos.
Lo cierto es que nadie podía imaginarse ni en su mas remoto sueño, que el 17 de noviembre de 2019 se desataría a partir del caso 0 (cero), en Wuhan en el centro-este de China, la peor pandemia que conoció la era moderna y que contabiliza día a día no solo la OMS, sino todos los países del planeta.
En esta ciudad y por motivos que aún hoy se desconocen con total certeza, en el Mercado Central se producía la primera infección humana (así lo narran los científicos y los medios oficiales chinos), con esta cepa de coronavirus, hasta aquí desconocida como infectante para el hombre.
del COVID-19
En el desconocimiento las primeras medidas chinas fueron escazas e ineficaces, hasta que la muerte y le expanción del coronavirus se hizo evidente e innegable. Lo cierto es que el que a las postres se llamaría COVID-19, infiltró en forma solapada, pero rápida y eficazmente los distintos puntos del planeta.
Su medio de transporte fue el avión y su mejor aliado la irresponsabilidad de las personas, que aun sabiendo que se encontraba enferma (o sospechaban de ello) y con síntomas difusos, emprendían viajes transportando a este letal enemigo.
Este COVID-19 invadió con total sigilo, Europa, EEUU, Japón, Irán y luego el planeta se rindió ante la evidencia de las tardías medidas de prevención que debieron tomarse antes de la explosión pandémica. Hoy los gobiernos quieren reaccionar y sus colapsados sistemas de salud solo pueden ver como en una película de terror, el descarnado sufrimiento de sus ciudadanos. Ni los millones invertidos en armas de destrucción masiva, ni la impiadosa maquinaria de matar de las grandes potencias, sirven para detener a este enemigo de solo 200 nanómetros.
Lo cierto, es que con mas de medio millón de personas infectadas e identificadas, un número incierto de infectados reales y mas de 25.000 muertos, el planeta es un inmenso signo de interrogación.
Pandemia y colapso de los sistemas de salud, mas una caída abrupta e impiadosa de las economías de los distintos países, son el horizonte de densos nubarrones grises que pronto parece se avecinan.
¿Qué harán los poderosos?, ¿Cuál será la ayuda del G-20?, ¿mirarán, como siempre insensiblemente el sufrimiento de los países mas pobres?. Esos obesos insaciables de capitales incalculables, ¿aprenderán a no aprovecharse de los pobres que como siempre son los que mas sufren y nada tienen y nada pueden?. «¿Recordaremos que en el dolor y en la muerte todos somos iguales? «
Miles de personas mueren diariamente y nadie sabe hasta cuando durará este sufrimiento social, lo que si es seguro, es que seguiremos luchando desde nuestro humilde lugar de ciudadano del mundo. Quiera Dios que pronto acabe esta pesadilla vestida de dolor y muerte.
INACO.
