Yo Pierdo, Tu Pierdes…, Todos Perdemos

En el campo que todos pierden…

El verbo perder adquiere singular dimensión al referirnos a temas del mundo actual, todos los días miles de personas pierden la vida por culpa de la guerra. La guerra es un vicio moral, un horror en el alma del hombre ético y en la moral de los pueblos.

Después de la segunda guerra mundial, la carrera armamentista tuvo su escalada más notable de todos los tiempos. Fue un crecimiento exponencial que encaminaba a la raza humana y a la vida toda sobre la tierra, a daños irreparables y aún a su extinción.

Con la caída del muro de Berlín y una apertura en las relaciones Este-Oeste, parecía que los tiempos de miedo y el fantasma de la aniquilación humana habían quedado en el pasado y el hombre había comprendido en parte al menos el valor de la vida y la necesidad de una sana convivencia humana.

Nunca hubo paz plena en el mundo, jamás dejamos de tener enfrentamientos armados en algún punto geográfico de nuestro vapuleado planeta, pero en los últimos años más aún en la última década, países como EEUU, Rusia, China, Israel, Arabia Saudita, etc., se han dedicado a invertir dineros impensados en armarse más y mejor.

Baste con decir que en el Año 2018, en todo el mundo se invirtió 1,7 billones de dólares en desarrollo, provisión y almacenamiento armamentista. El mayor vendedor de armas en el mundo es EEUU, quien tiene un 36% del mercado mundial, Rusia un 20%.

El desarrollo armamentista es asombroso, misiles hipersónicos, misiles antimisiles, defensas antiaéreas digitalizadas y controladas satelitalmente, visión digitalizada nocturna, aviones de sigilo e invisibles a radares, armas de hombro desarrolladas hasta niveles casi de ciencia ficción, etc…, cada soldado es un centro comando tecnológico y hasta los ataques aéreos son radiocontrolados satelitalmente.

Pero sea cual sea el tipo de armamento o su desarrollo, el cruel objetivo es el mismo, matar personas, militares o civiles (daños colaterales, dirían los poderosos), lo cierto es que si domino las armas, domino el mundo y la palabra armada se transforma en palabra poderosa.

Éste es el mundo que vivimos, los países desarrollados (y a veces no tan desarrollados), gastan cifras impensadas en armas y objetos de muerte y en tanto niños mueren de hambre, hombres y mujeres dejan sus vidas en la miseria y las enfermedades anidan y pululan en la indigencia.

El poder letal de los que tienen mucho, casi todo, es humillantemente inmenso y frente a ellos los millones de personas con vidas paupérrimas llenas de privaciones y miserias.

Yo Pierdo, Tu pierdes…, en realidad Perdemos todos, nadie puede ganar en un planeta amenazado por medio de armas de destrucción masiva, químicas, biológicas, nucleares y quien sabe que más en pleno desarrollo.

Alguien dijo “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, que equivocación inmensa, que error gigantesco. Si quieres paz, construye paz, si quieres justicia, construye lazos de fraternidad y amor. No se puede cosechar amor desde el odio, no se puede obtener la genuina paz desde la guerra. En una guerra…, todos pierden.

YO PIERDO, TU PIERDES… ¿QUIÉN GANA?

INACO

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