EL DESARRAIGO Y LAS PÉRDIDAS… CRECER Y MORIR

«Quisiera vivir eternamente el recuerdo de acariciar tus manos y sentir una vez mas el calor de tu regazo…»

Emrys
Cuanto se extrañan los seres amados…
las ausencias son angustiantes e irreparables
.

Como dije antes el tiempo es implacable y nos deja quietos, mirando asombrados el paso del tiempo, los chicos crecieron, los jóvenes a adultos se fueron y aquellos padres quedados de tiempos, cubrieron su vida de canas, arrugas y silencio.

Y entre altibajos y muchos recuerdos recibí un llamado estando tan lejos, “tu mamá murió, te va a hablar el médico” y una puñalada, de ese frío teléfono, asestó sangrando mi aturdido pecho. Mi madre esa noche se me iba al cielo y yo ni siquiera imaginaba eso. Y todo se cae, los sueños, el tiempo, el alma y el cuerpo. Y de vuelta en casa, el viejo aguardaba solo y en silencio, con mirada frágil, casi perdida, indefensa, triste y sin entenderlo. Nos abrazamos fuerte y el dolor fue nuestro.

Después me fui a verla, a llorar su féretro, ella estaba inmóvil y no estaba adentro, solo era su imagen, ella estaba lejos, jugando con ángeles en descanso eterno.

Besé su frente…
aturdido en el mas profundo dolor
.

Al día siguiente, lo llevo al recuerdo, me tocó enterrarla, no sin antes acariciar su plateado cabello, acariciar sus manos llenas de recuerdos, de tiempo cansadas y de largos dedos.

Yo tomé a mi padre lo puse a mi lado, y Él envuelto en dolor y sufrimiento me dijo a su paso temblando en secreto, “no me dejes aquí, aquí no me hallo, no puedo, llévame con vos, al menos un tiempo”, y desde ese día sus pasos y mis pasos, nuestros pasos fueron. Recuerdo aquel viaje los dos muy golpeados tomando aquel vuelo con rumbo lejano, el solo decía que era increíble y olvidaba cosas de días pasado. El dolor fue mucho y el silencio largo, pero con los días nos fuimos encontrando.

Así en silencio, casi sin quererlo, su vida fue mía de tiempo completo, juntos compartimos dolores y recuerdos y también reímos recorriendo tiempos. El viejo cambió toda su rutina y también cambió mis días, es como que en ese tiempo fue otra la vida, no sabíamos por cuanto, pero fueron bellos esos años de su vejez y mis días.

La soledad dolorosa
de la pérdida

«No se sabe el bien que se tiene,

no bien perdido…»

Mi Madre

 Mi padre cambió todo, por seguir mis pasos, y era joven cada nuevo día, tal vez quería saber en su mente añosa donde yo había andado, tan lejos de casa todos estos años. Mi padre padecía demencia senil, bien no se acordaba lo recientemente pasado, pero jamás olvidó hasta su último día de vida, los tristes días que mi madre le soltó la mano, de eso recordaba todo lo pasado, “Ella estaba bien”, “No sé que ha pasado”, y desde aquel día hicimos un pacto, yo sería su memoria, él memoria y pasado, y así casi sin pensarlo, Patagonia fue nuestro suelo sagrado.

Los días pasaron, yo con mi trabajo y Él entre sus sueños extrañando el pago, San Juan fue su tema y mi madre su constante sombra y el diario recuerdo de su ser amado. Los meses se fueron y también los años y en tierras heladas compartimos tanto, fuimos compañeros, amigos y cómplices de cuanto pidiéramos vivir en cada paso. Alguna salida, amigos, asado, Él siempre podía, nunca se cansaba, paseábamos juntos por ciudades y campo.

Pero todo pasa y un día de Mayo, su corazón viejo quiso abandonarlo, y con una sonrisa y sus ojos cerrados, casi sin quererlo sentí como la fuerza abandonaba su mano. Y mi mamo huérfana, en la vida huacho, de madre y de padre me fui yo quedando.

Tan hondo era el pozo de mis penas yurros, que ni el llanto amargo brotó de mis ojos cetrinos olivados, todo mi dolor quedó en mi encerrado. Mi pecho explotaba de hiel traspasado, mi alma rasgada brotaba desgarro y en ese universo de estrellas bordado, se nubló mi vida y la oscuridad me enlutó los pasos.

Ya el viejo no está, mi padre ha quedado dormido en el tiempo, su sombra esperando. Yo camino a diario y conmigo llevo todo aquel bagaje de tantos recuerdos, de tantos años de Él, de mi Madre y de hechos pasados. Sigo disfrutando de aquellas historias y cuando me paro muy de vez en cuando, entiendo que un día seguiré sus pasos.

Una mezcla de llanto y alegría me inundan el alma con cada historia compartida, palpitan en mi todos los dias esas palabras inolvidables: «Yo también te amo hijo», «Vos dale!», «Respeta a todos» y tantos otros consejos que supieron sembrar en mi alma.

En vano queremos acumular riquezas, status sociales, títulos nobiliarios, todo aquí se queda, no van ni los tacos del zapato. Del hombre solo trasciende su más pura esencia, su alma, esa que lo liga a quien lo ha creado.

EMRYS

Las manos encierran el amor y la experiencia de los años…
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