¿Los Cambios son Malos?…

“La diferencia entre un esclavo y un ciudadano es que el ciudadano puede preguntarse por su vida y cambiarla”

Alejandro Gándara, escritor.

Este escrito tiene la impronta de reflexionar sobre la palabra «cambio», teniendo en cuenta el DNU 70/2023, del Poder Ejecutivo Nacional, en la República Argentina.

Para el escritor los cambios y redefiniciones son muy necesarias, ya que cada palabra hilvanada por su pluma es una constante evolución y un enfrentarse a una nueva situación, mas cómoda o mas incómoda, eso depende, pero en todo caso, cada nuevo contexto es un desafío.

Todo cambia constantemente («Todo es cambio, nada es», Heráclito, Filósofo griego), todo es innovación y evolución continua, no pasa el cauce de un río dos veces por el mismo lugar. Jamás vivimos dos veces el mismo día y el tiempo va marcando en nuestro rostro las ineludibles improntas del paso del tiempo. Todo naturalmente es transformación y renovación.

Las sociedades evolucionan y en su conjunto toda la humanidad vive en constante fluctuación, esto marca el rumbo de la vida y la naturaleza. Los cambios no son ni buenos, ni malos, o tal vez lo son dependiendo desde el punto de vista que se observe. Nuestra apreciación de lo bueno o lo malo se corresponderá de acuerdo a si mantenemos o no la zona de confort.

Tal vez, este sea el punto más importante, evolucionar es dejar algo para tomar otra cosa, pero depende de que tanta seguridad nos proporcione dicho progreso, así será también la aceptación o rechazo de esta nueva situación.

La resistencia al cambio pasa, en todo caso, por la incertidumbre y la inseguridad de lo que vendrá y de lo poco que dicha propuesta nos asegura bienestar y mejora, mas bien tiñe nuestro suelo sembrando sombras y dudas.

Los cambios políticos en una sociedad se dan muchas veces en forma natural, cómo parte de la evolución de la vida. Otras veces, dichos cambios se manifiestan en revoluciones, revueltas populares, sangre en las calles y en los campos de batalla. Cuando los cambios son más profundos y amplios, generan mayor ansiedad y, por ende, mayor crisis social.

¿Cómo podríamos mitigar esta ansiedad generalizada ante cambios políticos en una sociedad?, El 50% es la comunicación, la apertura al dialogo y al disenso, la predisposición a escucharse y convenir puntos en común que sean practicables. La otra mitad es tener una propuesta seria, corta, concreta, realizable y sobre todo muy clara. Una propuesta clara y especifica explicada en términos simples y con espacio para el disenso, tiene grandes posibilidades de aplicabilidad.

No tienen margen de éxito los enlatados y medidas prepotentes que acumulan diversos fines y nada concreto. No da confianza una diversidad de medidas que traslucen la invasión de otros poderes del estado y vulneran la Constitución Nacional.

Por otra parte, los cambios crean resistencia no solo por los temores a desplazarnos de la zona de confort, sino por los vicios que pueden conllevar dichos cambios.

  Para que una sociedad evolucione y progrese debe cambiar, y estas nuevas situaciones sociales deben ser pensadas, medidas, mejoradas y pormenorizadas con tiempo, con consensos y respeto en el disenso. Recordemos que se debe garantizar a quienes sufrirán las consecuencias de las nuevas reglas, los beneficios de sus garantías constitucionales y el menor padecimiento posible y mostrar las perspectivas beneficiosas de las nuevas cirscunstancias por venir.

¿Cuándo el cambio es malo?

Esa es la pregunta nodular en esta cuestión. Los cambios se transforman en malos cuando perjudican el statu quo previo y golpean a quienes se suponía debía beneficiar. Cuando ladinamente dentro de un sinfín de medidas, se encubren algunas que persiguen intereses particulares o perjudican los intereses de la sociedad toda, este «Cambio» se transforma en espurio.

Dentro de los vicios que pueden manchar los cambios se debe tener en cuenta la temida creación de situaciones de privilegios, de favoritismo de determinado grupo o de intereses que se alejan del bien común de una sociedad.

Concretamente, la gente tiene temor y sospecha de que con los cambios políticos y económicos propuestos son algunos oportunos y necesarios y otros siguen el rumbo de lo espurio. Lo triste seria confirmar la sospecha de que los beneficiarios son los capitales del poder y los que paguen los costos sean siempre los ciudadanos del Pueblo Argentino.

En toda sociedad, la corrupción tiende a degenerar en despotismo, autocracia, plutocracia, dictadura, opresión y dominación. ¿Sucederá en Argentina?

Por otra parte, imponer una idea despreciando a los demás y sin importar las sensaciones y consecuencias que sufra la masa crítica (el pueblo), es de dictador, fascista y antidemocrático.

El camino apropiado es una oposición con ideas, ideas con contenidos potenciales sustanciosos y debate de cada una de ellas. Quien no admite el diálogo y el consenso en el fondo teme no tener argumentos fuertes y convincentes para sostener.

El diálogo es el camino, sin dejar de ver que la idea central de todo es el bienestar de la masa crítica (en este caso el pueblo argentino), debemos aspirar a ser una sociedad donde se pueda llevar el pan a la mesa trabajando con honestidad, donde podamos tener proyectos y sueños, donde nuestros hijos puedan desarrollar su familia en paz y que la cultura del trabajo justo sea la constante. Deseo la construcción de una sociedad justa, libre e igualitaria.

Inaco.

Toda sociedad evoluciona en base a cambios, pero estos siempre se deben centrar sus intereses en la gente y no en ganancias económicos insaciables y beneficio de unos pocos.
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